La hermenéutica (interpretación) de las imágenes la tenemos en nuestras vidas prácticamente a diario en todo momento, algunas veces somos completamente conscientes de ello y la gran mayoría del tiempo no tanto; sería algo sumamente agotador.
Pero es ahí que, cuando tocamos el tema de la interpretación, estamos invadiendo al mundo individual de las personas y es por eso que evaluar un diseño es “complicado”, pero eso es una gran mentira.
En un artículo anterior sobre cómo evaluar nuestro diseño, vimos algunos puntos básicos a partir de un enfoque gráfico. Esta vez lo haremos desde un enfoque de la comunicación.
No hay imágenes inocentes
Uno de los mayores errores que podemos cometer los diseñadores es diseñar para nosotros. ¿Eso ya lo “sabíamos” no? Pero con todo, muchas veces no nos queda completamente claro qué es lo que estamos haciendo y aun así continuamos supuestamente diseñando.
¿Cómo saber si estamos diseñando adecuadamente?
¡Bah! de inmediato se me viene a la mente cuestiones de composición, armonías de color, rejillas, retículas, buen cálculo tipográfico, proporciones de los formatos y así… nos podemos seguir contando historias y esas cosas que nos encantan del diseño. Pero…
La realidad es que, por muy espectacular que diseñemos y por muy espectacular que vengamos con ideas sumamente frescas y súper creativas, chicas y chicos eso no es todo. No sé con precisión qué porcentaje podría adjudicarle a toda la parafernalia del aspecto gráfico VS la comunicación, pero eso si NUNCA se nos debe olvidar que:
Los diseñadores somos constructores de mensajes gráficos.
Es decir, nuestra labor es comunicar a través de imágenes, las imágenes son nuestro caballo de batalla para fabricar mensajes. Es decir, primero definimos el concepto de lo que se quiere comunicar y luego construimos imágenes:
- ¿Para qué hay que comunicarse?
- ¿Cómo se quiere comunicar?
- ¿Con qué intención se quiere comunicar?
- ¿Con qué propósito se quiere comunicar?
- ¿Cuál es el objetivo de comunicarse?
- ¿Qué se espera obtener de comunicarse?
- Etcétera…
Es por eso que tu diseño ultra creativo y espectacular que te tomó semanas hacer puede fallar y puede derrumbarse como castillo de naipes al viento. No porque a la técnica y al método constructivo les haya faltado “caché”, nada de eso, sino que NO pensamos antes en crear los elementos que nos permitieran aglutinar ese hermoso castillo de naipes.
Esos elementos pegajosos y que le dan poder al diseño son los elementos de la comunicación.
No hay mensaje (visual/gráfico) si éste no se envía y si alguien no lo recibe.
Para empezar, es el modelo básico de comunicación de toda la vida:
Emisor – Mensaje – Receptor
Recuerda que comunicar va muy de la mano con la interpretación, lo que quiere decir que no porque una persona “vea” tu diseño ésta lo entienda por completo. Dicho de otro modo, comunicar es poner en común. ¿Ok?
¿Cómo se si he diseñado “bien”?
Es fácil: ¿Las personas a las que está dirigido el diseño entienden el mensaje?
Y entonces ¿Por qué diseñar no es “tan” fácil? Pues es que cuando no pasa nada, no pasa nada. Cuando no se comunica, no se ha diseñado nada.
Deja en la parte inferior tus comentarios al respecto. Este artículo me da pie a mucho más sobre temas relacionados al diseño gráfico y la comunicación, algo de lo que tenemos mucho que contar, compartir y pensar.